domingo, 27 de septiembre de 2020

PERO CUANDO LLEGO LA 66ª Y 67ª NOCHE

PERO CUANDO LLEGO LA 66ª  NOCHE


       Ella dijo:
       He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que la joven Nozhatú prosiguió de este modo:
       "El mismo califa dijo un día: "¡No deseo que Alah me libre de morir, pues es el último beneficio concedido al verdadero creyente".
       "Y Khaled ben-Safuán fué un día a ver al califa Hescham que estaba en la tienda de campaña rodeado de sus escribas y de sus servidores, y cuando llegó a su presencia, le dijo: "¡Que Alah te colme de sus mercedes, ¡oh Emir de los Creyentes! y que no ponga en tu felicidad ninguna gota de amargura. ¡Y he aquí que tengo que decirte unas palabras que no son nuevas, pero que están dotadas del valor de las cosas antiguas!"
        Y el califa Hescham contestó: "Di lo que tengas que decir, ¡oh ibn-Safuán!" Y éste dijo: "Hubo, ¡oh Emir de los Creyentes! un rey entre los reyes que te han precedido, un año de entre los años pasados por la tierra. Y este rey habló de este modo a los que estaban sentados en torno suyo: "¡Oh todos vosotros! ¿hay alguno que haya conocido a un rey que me igualara en prosperidad, ni que fuese tan generoso como yo?"
        Pero entre los presentes había un hombre santificado por la peregrinación y dotado de la verdadera sabiduría. Y este hombre dijo: "¡Oh rey! nos has dirigido una pregunta muy importante, y me. atrevería a pedirte permiso para contestarla". El rey dijo: "Puedes hacerlo como gustes".
       Y aquel hombre dijo: "¿Tu gloria y tu prosperidad son eternas o son fugaces como todas las cosas?" Y el rey respondió: "Son fugaces". Y el hombre dijo: "Entonces, ¿cómo puedes dirigir una pregunta tan grave acerca de una cosa tan pasajera, y de la cual habrás de ser llamado a dar cuenta algún día?"
       El rey contestó: "Dices verdad, ¡oh muy venerable jeique! ¿Y qué me toca hacer ahora?" El hombre dijo: "Santificarte". Entonces el rey dejó su corona, vistió el hábito de peregrino y partió para la Ciudad Santa. "Y tú, ¡oh califa de Alah! -prosiguió ibn-Safuán- ¿qué piensas hacer?" Y el califa Hescham se emocionó hasta el límite de la emoción, y lloró tan extraordinariamente, que se mojó toda la barba. Y volvió a su palacio y se encerró en él para entregarse a la meditación".
       Entonces los kadíes y el mercader, que estaban detrás del tapiz, volvieron a exclamar: "¡Qué admirable es todo esto!"
       Y Nozhatú se detuvo, y dijo: "Esta PUERTA DE LA MORAL contiene tal número de ejemplos, que es imposible narrarlos en una sola sesión, ¡oh señores míos! ¡Pero Alah nos concederá largos días para relatarlos todos!"

       En este momento de su narración, Schehrazada vió aparacer la mañana, y se calló discretamente.



                                   PERO CUANDO LLEGO LA 67ª NOCHE



       Ella dijo:
       He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que después de aquellas palabras se calló Nozhatú.
Entonces exclamaron los cuatro kadíes: "¡Oh príncipe del tiempo! Realmente, esta joven es la maravilla del siglo y de todos los siglos. ¡Nunca hemos visto a nadie que se le pueda comparar, ni sabemos que haya tenido igual en cualquier época de entre las épocas!"
       Y después de hablar así, se levantaron todos, besaron la tierra entre las manos del príncipe, y se fueron por su camino.
       Entonces Scharkán llamó a sus servidores, y les dijo: "Apresurad los preparativos de la boda, y disponed toda clase de manjares y dulces para el festín". Y los servidores prepararon inmediatamente cuanto les había mandado. Scharkán convidó a las esposas de los emires y visires, invitándolas a formar la comitiva de la recién casada.
       Así es que apenas llegado el asr, empezó el festín, se pusieron los manteles y se sirvieron todas las cosas que podían satisfacer los sentidos y alegrar la vista. Y los convidados comieron y bebieron hasta la saciedad. Entonces Scharkán llamó a las cantarinas más ilustres y a todas las almeas de palacio. Y la boda hizo resonar la sala del festín, y la alegría llenó todos los pechos. Y el palacio, al llegar la noche, se iluminó desde la ciudadela hasta las puertas de entrada, así como todas las alamedas, a la. derecha y a la izquierda del jardín. Y apenas el príncipe salió del hammam, acudieron los emires y los visires para ofrecerles su homenaje y hacer votos por su felicidad.
       En seguida fué a sentarse el príncipe en el estrado de los desposorios, y entraron las damas, lentamente, formando dos filas, precediendo a Nozhatú que avanzaba entre sus dos madrinas. Y después del ceremonial de presentarla con los distintos vestidos, la llevaron a la cámara nupcial, donde la desnudaron. Y quisieron proceder a su tocado; pero desistieron al ver que era inútil para aquel espejo inmaculado y aquella carne de incienso. Y las madrinas, deseándole todas las felicidades, le hicieron las recomendaciones que hacen las madrinas la noche de bodas. Y habiéndole puesto sólo una camisa fina, la dejaron en la cama.
       Entonces el príncipe entró en la cámara nupcial. Y estaba muy lejos de sospechar que aquella maravillosa joven fuese su hermana Nozhatú; y ésta ignoraba también que el príncipe de Damasco era su propio hermano Scharkán.
       Así es que aquella noche Scharkán entró en posesión de la joven Nozhatú; y las delicias de ambos fueron muy grandes; e hicieron tan bien las cosas, que Nozhatú quedó preñada la primera noche. Y no dejfó de revelárselo a Scharkán.
       Entonces Scharkán se alegró en extremo, y cuando llegó la mañana, ordenó a los médicos que tomaran nota de aquel día feliz del embarazo. Y subió a sentarse en el trono para recibir las felicitaciones de sus emires, de sus visires y de los grandes del reino.
       Después llamó a su secretario, y le dictó una carta para su padre el rey Omar Al-Nemán, enterándole de que se había casado con una esclava llena de perfecciones y sabiduría, y que la había emancipado para convertirla en su legítima esposa; que la primera noche había quedado preñada de él, y que tenía intención de enviarla a Bagdad para que visitase a su padre el rey Omar Al-Nemán; a su hermana Nozhatú y a su hermano Daul'makán. Y escrita esta carta, la selló Scharkán y la entregó a un correo, que salió en seguida para Bagdad, y regresó al cabo de veinte días con la contestación del rey Omar AlNemán. Y la respuesta, después de la invocación de Alah, estaba concebida en los siguientes términos...

       En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.

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