PERO CUANDO LLEGO LA 68ª NOCHE
Ella dijo:
Y la respuesta, después de la invocación de Alah, estaba concebida en los siguientes términos:
"Esta es de parte del muy afligido y del profundamente abrumado por el dolor y la tristeza, del que ha perdido el tesoro de su alma, del desventurado rey Omar Al-Nemán a su muy amado hijo Scharkán.
"Sabe, ¡oh hijo mío! cuántas son mis desgracias. Desde que te marchaste sentí que el palacio se desplomaba sobre mi corazón; y no resistiendo esta pena me fui de caza, buscando aliviar mi sufrimiento.
"Y estuve de caza durante un mes, y cuando regresé a palacio supe que tu hermano Daul'makán y su hermana Nozhatú se habían ido al Hedjaz con los peregrinos de la Santa Meca. Y se habían aprovechado de mi ausencia para escaparse, pues yo no había querido permitírselo a Daul-makán a causa de su corta edad, habiéndole prometido que iría con él al año siguiente. Y no quiso tener paciencia, y se escapó de ese modo con su hermana, después de haber cogido apenas lo necesario para atender los gastos del viaje. Y no he vuelto a tener noticias suyas, porque los peregrinos han regresado solos, y nadie ha podido decirme lo que ha sido de ellos. Y he aquí que les llevo luto, y estoy anegado en mis lágrimas y en mi dolor.
"Y no tardes, ¡oh hijo mío! en darme noticias tuyas. Te envío mi saludo de paz, para ti y para cuantos están contigo".
A los pocos meses de recibir esta carta, Scharkán se decidió a contar la desdicha de su padre a su esposa, a la cual no había querido alarmar hasta entonces, con motivo de su preñez. Pero como ya había parido una niñita, fué a su aposento Scharkán, y empezó por besar a su hija.
Y su esposa le dijo: "La niña acaba de cumplir siete días; de modo que hoy tienes que darle un nombre, según se acostumbra". Scharkán cogió a la niña en brazos, y al mirarla, le vió al cuello, pendiente de una cadena de oro, una de las tres maravillosas gemas de Abriza, la infortunada princesa de Kaissaria.
Y al verla, sintió Scharkán tal emoción, que gritó: "Esclava, ¿de dónde has sacado esta gema?"
Y Nozhatú se indignó al oír que la llamaba esclava, y dijo:
"¡Soy tu señora y señora de cuantos habitan en este palacio! ¿Cómo te atreves a llamarme esclava, cuando soy tu reina? ¡No puedo guardar más tiempo mi secreto! ¡Soy tu reina, soy hija de rey! ¡Soy Nozhatú-zamán, hija del rey Omar Al-Nemán!"
Cuando Scharkán oyó estas palabras...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGO LA 69ª NOCHE
Ella dijo:
Cuando Scharkán oyó estas palabras, se apoderó de él un temblor muy grande, bajó aterrado la cabeza y empezó a palidecer, hasta que cayó desmayado.
Y cuando volvió en sí, no podía creer que aquello fuese cierto, y preguntó a Nozhatú: "¡Oh señora mía! ¿eres realmente hija del rey Omar Al-Nemán?"
Ella respondió: "Soy su hija". Y Scharkán insistió: "La gema es una señal de que dices verdad, pero dame otras pruebas". Entonces Nozhatú contó toda su historia. Pero es inútil repetirla.
Y Scharkán, completamente convencido, pensaba: ¿Qué he hecho yo, y cómo he podido casarme con mi propia hermana Nozhatú? No hay más remedio que buscarle en seguida otro marido. La casaré con uno de mis chambelanes, y si la cosa llegara a saberse, diría que me he divorciado antes de acostarme con ella". Entonces, volviéndose hacia su hermana, le dijo: "¡Oh Nozhatú! sabe que eres mi hermana, porque soy Scharkán, del cual indudablemente nunca habrás oído hablar en el palacio de nuestro padre. ¡Y que Alah nos perdone!"
Cuando Nozhatú oyó estas palabras, exhaló un gran grito y cayó desmayada. Después, al volver en sí, empezó a lamentarse y a llorar. Y dijo: "¡Hemos cometido una falta terrible! ¿Qué haremos ahora? ¿Qué contestaré a mi padre y a mi madre cuando me pregunten: "¿De dónde has sacado esa niñita?"
Y Scharkán dijo: "La mejor manera de arreglarlo todo es casarte con mi gran chambelán, pues de ese modo podrás criar tranquilamente nuestra hija como si fuese suya, y nadie podrá sospechar lo ocurrido. Tal es el mejor medio de salir de esta situación. Voy a llamar a mi gran chambelán, antes de que se divulgue nuestro secreto". Y ella dijo: "Me avengo a todo,!Oh Scharkán! Pero dime: ¿qué nombre' eliges para nuestra hija?" Y Scharkán contestó: "¡La llamaré Fuerza del Destino!"
En seguida se apresuró a llamar a su gran chambelán, y lo casó con Nozhatú, colmándole de regalos. Y éste se llevó a Nozhatú y a su hija a su casa, la trató con todas las consideraciones, y confió la niña a los cuidados de nodrizas y servidoras. ¡Y todo esto ocurrió!
En cuanto a Daul-makán y el encargado del hammam, se preparaban a partir para Bagdad con la caravana de Damasco.
Y mientras tanto, llegó un segundo correo del rey Omar Al-Neman portador de una segunda carta para el príncipe Scharkán. Y he aquí lo que decía después de la invocación:
"Esta es para que sepas ¡oh mi muy amado hijo! Que sigo presa del dolor y bajo la amargura de verme separado de mis pobres hijos. "Y en cuanto recibas mi carta, procura remitirme el tributo de la provincia de Scham, y aprovecharás la misma caravana para que venga tu joven esposa, a la cual deseo conocer, y cuya ciencia y cultura quiero poner a prueba. Pues debo decirte que acaba de llegar a mi palacio, procedente del país de los rumís, una venerable anciana acompañada de cinco muchachas de pechos redondos y de virginidad intacta. Y estas cinco jóvenes saben cuanto un hombre puede aprender en punto a ciencias y conocimientos humanos. Y el lenguaje no podría describir las perfecciones de esas jóvenes ni la sabiduría de la anciana, pues son admirables. Así es que les he tomado verdadero afecto, y he querido tenerlas al alcance de mi mano, pues ningún rey de la tierra puede ostentar semejante ornamento en su palacio. He preguntado su precio, y me ha dicho la anciana: "No puedo venderlas más que por el tributo anual que te corresponde de la provincia de Scham y Damasco".
Y a mí ¡por Alah! no me ha parecido caro el precio, y hasta lo he encontrado indigno de ellas, pues cada una de las cinco jóvenes vale por sí sola mucho más que eso. Por consiguiente, he aceptado, y habitan en mi palacio, mientras llega el tributo anual, cuyo envío aguardo lo antes posible de tu solicitud, ¡oh hijo mío! Porque la anciana se impacienta aquí y tiene prisa por volverse a su tierra.
"Y sobre todo, ¡hijo mío! no se te olvide mandarme al mismo tiempo a tu joven esposa, cuya ciencia nos será útil para juzgar los conocimientos de las cinco jóvenes. Y te prometo, si tu joven esposa llega
a vencerlas en ciencia y en ingenio, enviarte las jóvenes como presentes para ti, y además regalarte el tributo anual de la ciudad de Bagdad. ¡Y que la paz sea contigo y con todos los de tu casa, ¡oh hijo mío!"
Cuando Scharkán leyó esta carta de su padre...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
Ella dijo:
Y la respuesta, después de la invocación de Alah, estaba concebida en los siguientes términos:
"Esta es de parte del muy afligido y del profundamente abrumado por el dolor y la tristeza, del que ha perdido el tesoro de su alma, del desventurado rey Omar Al-Nemán a su muy amado hijo Scharkán.
"Sabe, ¡oh hijo mío! cuántas son mis desgracias. Desde que te marchaste sentí que el palacio se desplomaba sobre mi corazón; y no resistiendo esta pena me fui de caza, buscando aliviar mi sufrimiento.
"Y estuve de caza durante un mes, y cuando regresé a palacio supe que tu hermano Daul'makán y su hermana Nozhatú se habían ido al Hedjaz con los peregrinos de la Santa Meca. Y se habían aprovechado de mi ausencia para escaparse, pues yo no había querido permitírselo a Daul-makán a causa de su corta edad, habiéndole prometido que iría con él al año siguiente. Y no quiso tener paciencia, y se escapó de ese modo con su hermana, después de haber cogido apenas lo necesario para atender los gastos del viaje. Y no he vuelto a tener noticias suyas, porque los peregrinos han regresado solos, y nadie ha podido decirme lo que ha sido de ellos. Y he aquí que les llevo luto, y estoy anegado en mis lágrimas y en mi dolor.
"Y no tardes, ¡oh hijo mío! en darme noticias tuyas. Te envío mi saludo de paz, para ti y para cuantos están contigo".
A los pocos meses de recibir esta carta, Scharkán se decidió a contar la desdicha de su padre a su esposa, a la cual no había querido alarmar hasta entonces, con motivo de su preñez. Pero como ya había parido una niñita, fué a su aposento Scharkán, y empezó por besar a su hija.
Y su esposa le dijo: "La niña acaba de cumplir siete días; de modo que hoy tienes que darle un nombre, según se acostumbra". Scharkán cogió a la niña en brazos, y al mirarla, le vió al cuello, pendiente de una cadena de oro, una de las tres maravillosas gemas de Abriza, la infortunada princesa de Kaissaria.
Y al verla, sintió Scharkán tal emoción, que gritó: "Esclava, ¿de dónde has sacado esta gema?"
Y Nozhatú se indignó al oír que la llamaba esclava, y dijo:
"¡Soy tu señora y señora de cuantos habitan en este palacio! ¿Cómo te atreves a llamarme esclava, cuando soy tu reina? ¡No puedo guardar más tiempo mi secreto! ¡Soy tu reina, soy hija de rey! ¡Soy Nozhatú-zamán, hija del rey Omar Al-Nemán!"
Cuando Scharkán oyó estas palabras...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGO LA 69ª NOCHE
Ella dijo:
Cuando Scharkán oyó estas palabras, se apoderó de él un temblor muy grande, bajó aterrado la cabeza y empezó a palidecer, hasta que cayó desmayado.
Y cuando volvió en sí, no podía creer que aquello fuese cierto, y preguntó a Nozhatú: "¡Oh señora mía! ¿eres realmente hija del rey Omar Al-Nemán?"
Ella respondió: "Soy su hija". Y Scharkán insistió: "La gema es una señal de que dices verdad, pero dame otras pruebas". Entonces Nozhatú contó toda su historia. Pero es inútil repetirla.
Y Scharkán, completamente convencido, pensaba: ¿Qué he hecho yo, y cómo he podido casarme con mi propia hermana Nozhatú? No hay más remedio que buscarle en seguida otro marido. La casaré con uno de mis chambelanes, y si la cosa llegara a saberse, diría que me he divorciado antes de acostarme con ella". Entonces, volviéndose hacia su hermana, le dijo: "¡Oh Nozhatú! sabe que eres mi hermana, porque soy Scharkán, del cual indudablemente nunca habrás oído hablar en el palacio de nuestro padre. ¡Y que Alah nos perdone!"
Cuando Nozhatú oyó estas palabras, exhaló un gran grito y cayó desmayada. Después, al volver en sí, empezó a lamentarse y a llorar. Y dijo: "¡Hemos cometido una falta terrible! ¿Qué haremos ahora? ¿Qué contestaré a mi padre y a mi madre cuando me pregunten: "¿De dónde has sacado esa niñita?"
Y Scharkán dijo: "La mejor manera de arreglarlo todo es casarte con mi gran chambelán, pues de ese modo podrás criar tranquilamente nuestra hija como si fuese suya, y nadie podrá sospechar lo ocurrido. Tal es el mejor medio de salir de esta situación. Voy a llamar a mi gran chambelán, antes de que se divulgue nuestro secreto". Y ella dijo: "Me avengo a todo,!Oh Scharkán! Pero dime: ¿qué nombre' eliges para nuestra hija?" Y Scharkán contestó: "¡La llamaré Fuerza del Destino!"
En seguida se apresuró a llamar a su gran chambelán, y lo casó con Nozhatú, colmándole de regalos. Y éste se llevó a Nozhatú y a su hija a su casa, la trató con todas las consideraciones, y confió la niña a los cuidados de nodrizas y servidoras. ¡Y todo esto ocurrió!
En cuanto a Daul-makán y el encargado del hammam, se preparaban a partir para Bagdad con la caravana de Damasco.
Y mientras tanto, llegó un segundo correo del rey Omar Al-Neman portador de una segunda carta para el príncipe Scharkán. Y he aquí lo que decía después de la invocación:
"Esta es para que sepas ¡oh mi muy amado hijo! Que sigo presa del dolor y bajo la amargura de verme separado de mis pobres hijos. "Y en cuanto recibas mi carta, procura remitirme el tributo de la provincia de Scham, y aprovecharás la misma caravana para que venga tu joven esposa, a la cual deseo conocer, y cuya ciencia y cultura quiero poner a prueba. Pues debo decirte que acaba de llegar a mi palacio, procedente del país de los rumís, una venerable anciana acompañada de cinco muchachas de pechos redondos y de virginidad intacta. Y estas cinco jóvenes saben cuanto un hombre puede aprender en punto a ciencias y conocimientos humanos. Y el lenguaje no podría describir las perfecciones de esas jóvenes ni la sabiduría de la anciana, pues son admirables. Así es que les he tomado verdadero afecto, y he querido tenerlas al alcance de mi mano, pues ningún rey de la tierra puede ostentar semejante ornamento en su palacio. He preguntado su precio, y me ha dicho la anciana: "No puedo venderlas más que por el tributo anual que te corresponde de la provincia de Scham y Damasco".
Y a mí ¡por Alah! no me ha parecido caro el precio, y hasta lo he encontrado indigno de ellas, pues cada una de las cinco jóvenes vale por sí sola mucho más que eso. Por consiguiente, he aceptado, y habitan en mi palacio, mientras llega el tributo anual, cuyo envío aguardo lo antes posible de tu solicitud, ¡oh hijo mío! Porque la anciana se impacienta aquí y tiene prisa por volverse a su tierra.
"Y sobre todo, ¡hijo mío! no se te olvide mandarme al mismo tiempo a tu joven esposa, cuya ciencia nos será útil para juzgar los conocimientos de las cinco jóvenes. Y te prometo, si tu joven esposa llega
a vencerlas en ciencia y en ingenio, enviarte las jóvenes como presentes para ti, y además regalarte el tributo anual de la ciudad de Bagdad. ¡Y que la paz sea contigo y con todos los de tu casa, ¡oh hijo mío!"
Cuando Scharkán leyó esta carta de su padre...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.